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Dios,  habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,  a quien constituyó heredero de todo,  y por quien asimismo hizo el universo; el cual,  siendo el resplandor de su gloria,  y la imagen misma de su sustancia,  y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,  habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo,  se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles,  cuanto heredó más excelente nombre que ellos.
Porque  ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: 
Mi Hijo eres tú,  Yo te he engendrado hoy,  y otra vez: 
Yo seré a él Padre,  Y él me será a mí hijo?
Y otra vez,  cuando introduce al Primogénito en el mundo,  dice: 
Adórenle todos los ángeles de Dios.
Ciertamente de los ángeles dice: 
El que hace a sus ángeles espíritus, 
Y a sus ministros llama de fuego.
Mas del Hijo dice:  Tu trono,  oh Dios,  por el siglo del siglo; 
Cetro de equidad es el cetro de tu reino.
Has amado la justicia,  y aborrecido la maldad, 
Por lo cual te ungió Dios,  el Dios tuyo, 
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Y: Tú,  oh Señor,  en el principio fundaste la tierra, 
Y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán,  mas tú permaneces; 
Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,
Y como un vestido los envolverás,  y serán mudados; 
Pero tú eres el mismo, 
Y tus años no acabarán.
Pues,  ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: 
Siéntate a mi diestra, 
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
No son todos espíritus ministradores,  enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

 

Hebreos 1:1-14

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