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- El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.
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- Y hallaron removida la piedra del sepulcro;
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- y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
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- Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes;
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- y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
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- No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea,
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- diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
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- Entonces ellas se acordaron de sus palabras,
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- y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás.
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- Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
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- Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían.
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- Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.
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- Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén.
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- E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.
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- Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.
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- Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen.
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- Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?
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- Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?
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- Entonces él les dijo: Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;
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- y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron.
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- Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.
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- Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro;
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- y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive.
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- Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.
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- Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
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- ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
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- Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.
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- Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos.
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- Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.
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- Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.
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- Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.
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- Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
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- Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos,
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- que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.
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- Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
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- Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
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- Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.
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- Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?
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- Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
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- Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
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- Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
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- Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
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- Y él lo tomó, y comió delante de ellos.
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- Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
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- Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;
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- y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
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- y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
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- Y vosotros sois testigos de estas cosas.
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- He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
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- Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.
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- Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.
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- Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;
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- y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.