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Y Ana oró y dijo: 
Mi corazón se regocija en Jehová, 
Mi poder se exalta en Jehová; 
Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, 
Por cuanto me alegré en tu salvación.
No hay santo como Jehová; 
Porque no hay ninguno fuera de ti, 
Y no hay refugio como el Dios nuestro.
No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; 
Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; 
Porque el Dios de todo saber es Jehová, 
Y a él toca el pesar las acciones.
Los arcos de los fuertes fueron quebrados, 
Y los débiles se ciñeron de poder.
Los saciados se alquilaron por pan, 
Y los hambrientos dejaron de tener hambre; 
Hasta la estéril ha dado a luz siete, 
Y la que tenía muchos hijos languidece.
Jehová mata,  y él da vida; 
El hace descender al Seol,  y hace subir.
Jehová empobrece,  y él enriquece; 
Abate,  y enaltece.
El levanta del polvo al pobre, 
Y del muladar exalta al menesteroso, 
Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. 
Porque de Jehová son las columnas de la tierra, 
Y él afirmó sobre ellas el mundo.
El guarda los pies de sus santos, 
Mas los impíos perecen en tinieblas; 
Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.
Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, 
Y sobre ellos tronará desde los cielos; 
Jehová juzgará los confines de la tierra, 
Dará poder a su Rey, 
Y exaltará el poderío de su Ungido.

1 Salmuel 2:1-10

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