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Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño,  le pusieron por nombre JESÚS,  el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido.
Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos,  conforme a la ley de Moisés,  le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor
(como está escrito en la ley del Señor:  Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor),
y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor:  Un par de tórtolas,  o dos palominos.
Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón,  y este hombre,  justo y piadoso,  esperaba la consolación de Israel;  y el Espíritu Santo estaba sobre él.
Y le había sido revelado por el Espíritu Santo,  que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.
Y movido por el Espíritu,  vino al templo.  Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo,  para hacer por él conforme al rito de la ley,
él le tomó en sus brazos,  y bendijo a Dios,  diciendo:
Ahora,  Señor,  despides a tu siervo en paz, 
Conforme a tu palabra;
Porque han visto mis ojos tu salvación,
La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
Luz para revelación a los gentiles, 
Y gloria de tu pueblo Israel.

Lucas 2:21-32

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