(Mateo 8:28-34)

Cuando llegó a la otra orilla,  a la tierra de los gadarenos,  vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros,  feroces en gran manera,  tanto que nadie podía pasar por aquel camino.

Y clamaron diciendo:  ¿Qué tienes con nosotros,  Jesús,  Hijo de Dios?  ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?
Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos.
Y los demonios le rogaron diciendo:  Si nos echas fuera,  permítenos ir a aquel hato de cerdos.
El les dijo:  Id. Y ellos salieron,  y se fueron a aquel hato de cerdos;  y he aquí,  todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero,  y perecieron en las aguas.
Y los que los apacentaban huyeron,  y viniendo a la ciudad,  contaron todas las cosas,  y lo que había pasado con los endemoniados.
Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús;  y cuando le vieron,  le rogaron que se fuera de sus contornos.

(Marcos 5:120)
Vinieron al otro lado del mar,  a la región de los gadarenos.
Y cuando salió él de la barca,  en seguida vino a su encuentro,  de los sepulcros,  un hombre con un espíritu inmundo,
que tenía su morada en los sepulcros,  y nadie podía atarle,  ni aun con cadenas.
Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas,  mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él,  y desmenuzados los grillos;  y nadie le podía dominar.
Y siempre,  de día y de noche,  andaba dando voces en los montes y en los sepulcros,  e hiriéndose con piedras.
Cuando vio,  pues,  a Jesús de lejos,  corrió,  y se arrodilló ante él.
Y clamando a gran voz,  dijo:  ¿Qué tienes conmigo,  Jesús,  Hijo del Dios Altísimo?  Te conjuro por Dios que no me atormentes.
Porque le decía:  Sal de este hombre,  espíritu inmundo.
Y le preguntó:  ¿Cómo te llamas?  Y respondió diciendo:  Legión me llamo;  porque somos muchos.
Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.
Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.
Y le rogaron todos los demonios,  diciendo:  Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
Y luego Jesús les dio permiso.  Y saliendo aquellos espíritus inmundos,  entraron en los cerdos,  los cuales eran como dos mil;  y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero,  y en el mar se ahogaron.
Y los que apacentaban los cerdos huyeron,  y dieron aviso en la ciudad y en los campos.  Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.
Vienen a Jesús,  y ven al que había sido atormentado del demonio,  y que había tenido la legión,  sentado,  vestido y en su juicio cabal;  y tuvieron miedo.
Y les contaron los que lo habían visto,  cómo le había acontecido al que había tenido el demonio,  y lo de los cerdos.
Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.
Al entrar él en la barca,  el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.
Mas Jesús no se lo permitió,  sino que le dijo:  Vete a tu casa,  a los tuyos,  y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo,  y cómo ha tenido misericordia de ti.
Y se fue,  y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él;  y todos se maravillaban.

(Lucas 8:26-39)
Y arribaron a la tierra de los gadarenos,  que está en la ribera opuesta a Galilea.
Al llegar él a tierra,  vino a su encuentro un hombre de la ciudad,  endemoniado desde hacía mucho tiempo;  y no vestía ropa,  ni moraba en casa,  sino en los sepulcros.
Este,  al ver a Jesús,  lanzó un gran grito,  y postrándose a sus pies exclamó a gran voz:  ¿Qué tienes conmigo,  Jesús,  Hijo del Dios Altísimo?  Te ruego que no me atormentes.
(Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre,  pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él;  y le ataban con cadenas y grillos,  pero rompiendo las cadenas,  era impelido por el demonio a los desiertos.)
Y le preguntó Jesús,  diciendo:  ¿Cómo te llamas?  Y él dijo:  Legión.  Porque muchos demonios habían entrado en él.
Y le rogaban que no los mandase ir al abismo.
Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte;  y le rogaron que los dejase entrar en ellos;  y les dio permiso.
Y los demonios,  salidos del hombre,  entraron en los cerdos;  y el hato se precipitó por un despeñadero al lago,  y se ahogó.
Y los que apacentaban los cerdos,  cuando vieron lo que había acontecido,  huyeron,  y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos.
Y salieron a ver lo que había sucedido;  y vinieron a Jesús,  y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios,  sentado a los pies de Jesús,  vestido,  y en su cabal juicio;  y tuvieron miedo.
Y los que lo habían visto,  les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos,  pues tenían gran temor.  Y Jesús,  entrando en la barca,  se volvió.
Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él;  pero Jesús le despidió,  diciendo:
Vuélvete a tu casa,  y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.  Y él se fue,  publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
 

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