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Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo,  para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo,  sea bueno o sea malo.
Conociendo,  pues,  el temor del Señor,  persuadimos a los hombres;  pero a Dios le es manifiesto lo que somos;  y espero que también lo sea a vuestras conciencias.
No nos recomendamos,  pues,  otra vez a vosotros,  sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros,  para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.
Porque si estamos locos,  es para Dios;  y si somos cuerdos,  es para vosotros.
Porque el amor de Cristo nos constriñe,  pensando esto:  que si uno murió por todos,  luego todos murieron;
y por todos murió,  para que los que viven,  ya no vivan para sí,  sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne;  y aun si a Cristo conocimos según la carne,  ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo,  nueva criatura es;  las cosas viejas pasaron;  he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios,  quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo,  y nos dio el ministerio de la reconciliación;
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo,  no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados,  y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que,  somos embajadores en nombre de Cristo,  como si Dios rogase por medio de nosotros;  os rogamos en nombre de Cristo:  Reconciliaos con Dios.
Al que no conoció pecado,  por nosotros lo hizo pecado,  para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Así,  pues,  nosotros,  como colaboradores suyos,  os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.
Porque dice: 
En tiempo aceptable te he oído, 
Y en día de salvación te he socorrido. 
He aquí ahora el tiempo aceptable;  he aquí ahora el día de salvación.

2 Corintios 5:10 - 6:2)

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