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Inclina,  oh Jehová,  tu oído,  y escúchame, 
Porque estoy afligido y menesteroso.
Guarda mi alma,  porque soy piadoso; 
Salva tú,  oh Dios mío,  a tu siervo que en ti confía.
Ten misericordia de mí,  oh Jehová; 
Porque a ti clamo todo el día.
Alegra el alma de tu siervo, 
Porque a ti,  oh Señor,  levanto mi alma.
Porque tú,  Señor,  eres bueno y perdonador, 
Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.
Escucha,  oh Jehová,  mi oración, 
Y está atento a la voz de mis ruegos.
En el día de mi angustia te llamaré, 
Porque tú me respondes.
Oh Señor,  ninguno hay como tú entre los dioses, 
Ni obras que igualen tus obras.
Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti,  Señor, 
Y glorificarán tu nombre.
Porque tú eres grande,  y hacedor de maravillas; 
Sólo tú eres Dios.
Enséñame,  oh Jehová,  tu camino;  caminaré yo en tu verdad; 
Afirma mi corazón para que tema tu nombre.
Te alabaré,  oh Jehová Dios mío,  con todo mi corazón, 
Y glorificaré tu nombre para siempre.
Porque tu misericordia es grande para conmigo, 
Y has librado mi alma de las profundidades del Seol.
Oh Dios,  los soberbios se levantaron contra mí, 
Y conspiración de violentos ha buscado mi vida, 
Y no te pusieron delante de sí.
Mas tú,  Señor,  Dios misericordioso y clemente, 
Lento para la ira,  y grande en misericordia y verdad,
Mírame,  y ten misericordia de mí; 
Da tu poder a tu siervo, 
Y guarda al hijo de tu sierva.
Haz conmigo señal para bien, 
Y véanla los que me aborrecen,  y sean avergonzados; 
Porque tú,  Jehová,  me ayudaste y me consolaste.

Salmos 86  

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