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-¡Uff!, una vez más aquello que deseas hacer queda postergado.

La vida se escapa, como agua entre los dedos de las manos, imperceptiblemente.

¿No sé si entre cuestiones o metas pendientes, tienes previsto un paréntesis con Dios?. O absorto, tan solo vives para,  y por la cuota de tus placeres diario; o quizás te encuentras ya esclavizado a uno de esos llamados goces del pecado. 

“...he aquí, el juez está delante de la puerta” (Stgo. 5:9)

Cada cuál, dice el Señor, le dará cuenta, y quizás el remolino de tus pecados te hunde más y más, mientras tus días se acaban. 
Y me pregunto:
- ¿Qué agua quedará en tus manos?.
El carcelero de Filipo, dice la Palabra de Dios en la Biblia, necesitó de un gran terremoto para plantearse: “...¿qué debo hacer para ser salvo?".
La respuesta hoy o como ayer y por siempre, hasta su segunda venida, es: “cree en el Señor Jesucristo, y será salvo, tu y tu casa”.

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